“Nuestra existencia es resistencia”: Bogotá marchó con orgullo, dignidad y memoria

El pasado sábado 29 de junio, miles de personas se tomaron el centro de Bogotá para conmemorar la XXIX Marcha Distrital del Orgullo LGBTI. Bajo el lema “Nuestra existencia es resistencia”, la movilización arrancó desde el Parque Nacional hacia las 10 de la mañana y recorrió la Carrera 13 hasta la Calle 19, para luego ascender por esta vía hasta la Carrera Séptima y continuar hacia la Plaza de Bolívar, donde se realizó un acto simbólico y cultural en defensa de los derechos y la vida de las personas LGBTI en Colombia.


La jornada estuvo cargada de colores, alegría, memoria y dignidad. Desde muy temprano, colectivos, familias diversas, activistas, organizaciones sociales y defensoras de derechos humanos comenzaron a concentrarse en el Parque Nacional, decorando sus cuerpos con pintura, lentejuelas, banderas arcoíris, trans, no binarias y cuir, y alzando pancartas con mensajes de exigencia y resistencia.

Durante el recorrido, se vivieron momentos de profunda emoción: besos colectivos, arengas contra la discriminación y la violencia, performances artísticos espontáneos, comparsas musicales y abrazos entre personas de todas las edades que, desde distintas identidades y territorios, se sumaron a la consigna central de esta edición: resistir existiendo.


Este año, la marcha tuvo un carácter especialmente político. Voces desde las carrozas, micrófonos y pancartas exigieron la aprobación definitiva de la Ley Integral Trans, también conocida como Ley Sara Millerey, como una herramienta para garantizar el reconocimiento, la dignidad y la protección de las personas trans en todo el país. También se denunciaron los recientes asesinatos y amenazas que han afectado especialmente a mujeres trans, y se exigió al Estado tomar acciones inmediatas frente a la violencia sistemática que enfrenta esta población.

Al llegar a la Plaza de Bolívar, el cierre estuvo marcado por un acto cultural con presentaciones musicales, discursos de liderazgos comunitarios y un minuto de silencio por las personas asesinadas o desaparecidas por causas relacionadas con su orientación sexual o identidad de género. El evento reafirmó que la marcha no es solo una fiesta, sino un acto político de memoria, visibilidad y lucha.

La movilización hizo parte del Festival por la Igualdad, que incluyó más de 100 actividades culturales, deportivas y pedagógicas en diferentes puntos de la ciudad. Además, se articuló con otras marchas realizadas en el mes, como la Marcha del Sur y la Marcha Trans.

Una vez más, la capital demostró que la diversidad no se oculta ni se arrodilla. Al contrario: se organiza, se moviliza y se celebra. Porque en un país donde la vida de las personas LGBTI sigue siendo vulnerada, marchar es un acto de resistencia, de amor propio y de memoria colectiva. Y en Bogotá, la resistencia se hizo cuerpo, canto y bandera.

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