"Una victoria que costó casi tres años": Petro sanciona la reforma laboral en medio de tensiones políticas y promesas sociales por cumplir

 


 
Por: Elkin Calvo*

Casa Museo Quinta de Bolívar, Bogotá – 25 de junio de 2025

Colombia tiene una nueva Ley de Reforma Laboral. Luego de casi tres años de intensos debates, bloqueos legislativos, amenazas de hundimiento y hasta la propuesta de una consulta popular que el Congreso se negó siquiera a debatir, el presidente Gustavo Petro estampó su firma en el articulado aprobado, marcando con ello el inicio de una nueva etapa legal para el mundo del trabajo en el país. Aunque la firma de la ley representa un hecho histórico, no todas las reformas estructurales propuestas por su gobierno han corrido con la misma suerte.

"Hoy ganamos todos", dijo Petro desde la Casa Museo Quinta de Bolívar, un lugar cargado de simbolismo para los discursos sobre independencia y transformación. El mandatario aprovechó el momento no solo para celebrar la sanción de la reforma, sino para enviar un mensaje político claro: “No ha sido fácil gobernar. Lo que hemos enfrentado no es un debate técnico, sino una lucha contra los intereses de los poderosos que no quieren que nada cambie. Siempre encuentran una ley que ellos mismos redactaron para bloquear cualquier transformación”.

Derechos que regresan, pero no de inmediato

La reforma laboral, compuesta por 70 artículos, introduce cambios sustanciales en la jornada laboral, la remuneración por trabajo nocturno y dominical, y la protección de aprendices y estudiantes en práctica. No obstante, algunos de estos avances —como el incremento del recargo dominical al 100%— se aplicarán de manera progresiva hasta 2027. Es decir, la dignificación laboral para muchos se sentirá, pero no ahora.

Por ejemplo, el artículo 15 estipula que el pago por trabajar en días de descanso obligatorio pasará del 75% al 100% de forma escalonada: 80% en 2025, 90% en 2026 y 100% en 2027. ¿Cuánto resistirán estas normas ante un posible cambio de gobierno? El propio presidente pidió al país que el proyecto no quede como “palabras muertas”.

“Esta es una victoria del pueblo trabajador, de los sindicatos, de quienes creemos en un país más justo”, dijo Antonio Sanguino, ministro de Trabajo, al resaltar que con la nueva ley se devuelven derechos "arrebatados", se protege la estabilidad laboral y se dignifica el empleo.

Además, el presidente recordó que 11.000 estudiantes de medicina podrán recibir un salario mínimo durante su internado y más de 310.000 aprendices del SENA accederán a contrato con prestaciones laborales, un paso significativo en la lucha contra la precarización.

La otra cara: lo que aún no ha cambiado

Aunque la firma de esta ley representa un avance, el panorama general del paquete de reformas sociales del gobierno sigue siendo incierto. La reforma pensional aún no está en firme: tras ser aprobada por el Senado, la Corte Constitucional encontró un vicio en el trámite, por lo que la Cámara de Representantes debe corregir el proceso para que pueda continuar su curso legal. Si no se hace, podría caerse por completo.

Y más preocupante aún es la reforma a la salud, que sigue estancada, pese a las múltiples alertas sobre el colapso del sistema actual basado en la Ley 100. Mientras el Congreso la frena y los sectores políticos la diluyen, la gente en los territorios sigue padeciendo las filas interminables, la negación de servicios básicos y el deterioro generalizado de la atención médica. A esto se refirió el presidente, al advertir que el Congreso y los grandes intereses económicos siguen bloqueando las transformaciones urgentes.

Salud mental: una luz en medio del estancamiento

En el mismo evento, Petro también sancionó la Ley de Salud Mental, una normativa que busca garantizar acceso digno y universal a servicios de salud mental con enfoque preventivo, diferencial y territorial. La ley plantea medidas en escuelas, cárceles, comunidades y centros laborales, lo que representa una ampliación del enfoque de salud como derecho integral, más allá de lo físico.

Sin embargo, como con otras leyes, queda por ver si esta normativa tendrá recursos y voluntad política para implementarse o si quedará en el papel, como ha ocurrido con tantas otras que prometen bienestar y terminan atrapadas en la maraña burocrática.

Una reforma con espíritu de lucha… ¿y de resistencia?

Esta ley no habría sido posible sin la presión constante de sindicatos, organizaciones sociales y sectores alternativos que durante casi tres años mantuvieron el debate vivo en medio de amenazas de archivo, intereses empresariales y una oposición política que encontró en la reforma laboral el símbolo de su resistencia al gobierno.

“Aquí empieza una nueva etapa de organización de la clase trabajadora”, dijo Petro, en una clara invitación a los trabajadores a no esperar pasivamente su implementación, sino a movilizarse para garantizar su cumplimiento. Porque en Colombia, como lo ha demostrado la historia reciente, que algo sea ley no significa que se cumpla.

Mientras tanto, sectores económicos y políticos ya han anunciado que acudirán a la Corte Constitucional para tumbar algunos artículos, en especial aquellos relacionados con los recargos y la contratación de aprendices.

La reforma laboral es ahora ley. Pero su permanencia, ejecución y efectividad dependerán no solo del Ejecutivo, sino de la movilización social, de la vigilancia ciudadana y, sobre todo, del pulso político que aún sigue dándose dentro y fuera del Congreso.

La lucha no termina con una firma. A veces, apenas comienza.

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*Comunicador social con énfasis en educación de la Universidad Santo Tomás, magister en comunicación – educación con énfasis en cultura política de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Estudiante e investigador del doctorado en estudios sociales de la misma institución en la línea Subjetividades, diferencias y narrativas; énfasis en cuerpos, tecnociencias y digitalización de la Vida. Autor del libro Youtube como ecosistema comunicativo;  actualmente es docente de la Universidad Pedagógica Nacional en la Facultad de Educación Física en Bogotá, Colombia.

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