Gustavo Petro y la escaramuza de golpe blando en Colombia: lecciones del 8F en clave transformadora.
Por: Felipe Pineda Ruiz[1]
“El secretario de la
OEA, Luis Almagro, quizás mal informado al oído, pensó que lo de ayer era un
intento de golpe blando contra el presidente Petro, y no una repudiable segunda
toma del M-19 a la Corte Suprema de Justicia en su historia”[2], con estas insidiosas palabras, la periodista
María Isabel Rueda hacia la obertura de una provocadora columna, publicada el 9
de febrero, contra las protestas ciudadanas ocurridas el día anterior (8F),
marchas convocadas para acompañar en tiempo real la decisión sobre la
escogencia de nuevo Fiscal General por parte de la Corte Suprema de Justicia.
Aunque virulentas, las palabras de Rueda se
convertían en la vívida voz del establecimiento: la dinámica mediática de los
medios de comunicación tradicionales, durante el 8 de febrero (8F), no tuvo
reparo en emitir durante horas titulares alarmistas y noticias falsas a la velocidad
del sonido, principalmente desde el turbulento mundo de las redes sociales. El pico
de dicha estrategia tuvo lugar durante las horas posteriores a la negativa de
la Corte Suprema a elegir Fiscal[3],
tiempo en el que se creó una falsa narrativa de caos y hostigamiento a los
magistrados, protagonizada por una horda de supuestos “desadaptados” tratando
de ingresar al Palacio de Justicia.
La andanada mediática tenía por objetivo hacer
un símil entre la supuesta toma del recinto judicial durante el 8F, y lo
sucedido con el ataque del M-19 al Palacio en 1985, replicada por medios como
El Tiempo[4],
principal diario del país, y de la tradicional revista Semana[5],
medio liberal ahora devenido en portal al servicio del ultraconservatismo
nacional.
El insight de la estrategia también buscaba
revivir el pedestre ataque de los seguidores de Trump al Congreso de Estados
Unidos, el día de la posesión de Biden. De otro lado, y en clave con los
agitados acontecimientos, el “tiro en el pie” del oficialismo y sus seguidores sigue
siendo inexplicable ¿a quién se le ocurre la brillante idea de hacer una
manifestación en el mismo lugar y al mismo instante en que los togados decidían
el futuro del nuevo Fiscal?
Paradójicamente, la distópica jornada
protagonizada por la lánguida escaramuza mediática de unas pocas horas, generó
el efecto contrario: la diplomacia oficialista de Petro logró revertir la
situación al generar presión internacional para evitar cualquier intento de desestabilización
al Gobierno, como se desprende de los pronunciamientos de la ONU, la CIDH[6]
y la declaración de la Organización de Estados Americanos (OEA)[7],
firmada por su secretario General Luis Almagro, en la que se condena la
negativa de la Corte Suprema de elegir fiscal general pronto. Irónicamente,
Almagro es el mismo Secretario de la OEA que no condenó los múltiples golpes de
Estado contra mandatarios progresistas entre 2015 y 2024.
A pesar de la inusitada solidaridad
internacional, lo sucedido el 8F revivió los temores en las huestes del Partido
de Gobierno (Pacto Histórico), y del presidente Petro, por lo que académicos
caracterizan como “golpe blando”, término acuñado por el filósofo
estadounidense Gene Sharp en 1973[8]
y que pone de relieve la necesidad, para derrocar a un gobierno, de escalar los
conflictos y antagonismos sociales, promover el descontento, e inducir al
malestar mediante el boicot de los gremios –creando desabastecimiento, criminalidad,
manipulación del dólar-. Para nadie es un secreto que este tipo de “golpes
blandos” dependen casi siempre de la resonancia de los medios de comunicación,
para que esas múltiples acciones inducidas generen insatisfacción ciudadana y
desestabilización institucional.
Lo anterior legitima la válida preocupación del
presidente Petro sobre los deseos de facciones ultraconservadoras en Colombia
por derrocarlo. Es de público conocimiento que sectores terratenientes,
económicos y financieros, han intentado crear las condiciones para minar su
credibilidad, acudiendo a la guerra mediática, económica y jurídica (Lawfare)
para sacarlo del camino. Sin embargo, hay factores histórico-políticos
objetivos que desvirtúan dicha preocupación: los golpes de Estado en
Latinoamericana se fraguan de afuera hacia adentro, casi siempre con el
beneplácito y la participación del Departamento de Estado y la CIA: así sucedió
Chile (1973), Bolivia (2019), Guatemala (2009), Venezuela (2002), Ecuador (2010).
También ocurrió de la misma manera en los impeachments contra Lugo en Paraguay
(2012) y Dilma Rousseff en Brasil (2016)[9].
En el caso colombiano que se desarrolla en la
acualidad las condiciones son diferentes: las cercanas relaciones del primer
mandatario de Colombia con el actual Gobierno de Estados Unidos, que se
traducen en los múltiples encuentros bilaterales con el secretario de Estado
Antony Blinken, y el presidente Joe Biden, sumado a que su discurso no evidencia
ninguna animadversión "antiyanki", descartan la posibilidad de que el
Lawfare y el golpe blando, creado por fuerzas reaccionarias en Colombia,
prospere. Además, la afugia del Partido Demócrata por ganar la reelección en
noviembre requiere, en el plano geopolítico, del rol de Gustavo Petro como
mediador en la transición democrática de Venezuela y en una futura tregua entre
Hamas e Israel. Es posible que el escenario político cambie con una victoria
Republicana, pero por ahora los vientos golpistas carecen objetivamente del
impulso necesario para concretarse.
Además de lo anteriormente mencionado, las
relaciones que ha tejido Gustavo Petro con el Partido Demócrata son de vieja
data: desde 2005, en el marco de la campaña de reelección presidencial de
Álvaro Uribe Vélez, el actual presidente ha establecido cercanos nexos con el
“partido de la gente común”, para impulsar una agenda en defensa de los
derechos humanos y las libertades sociales y democráticas en Colombia[10].
Ese primer acercamiento, con congresistas de izquierda de esa colectividad como
Tim Mc Govern (Massachusetts), Jan Schakowsky (Illinois), Tammy Baldwin
(Wisconsin), así como con el Sindicato de Trabajadores del Acero de Estados
Unidos (USWA)[11],
con amplia ascendencia en las decisiones Demócratas, le permitieron al entonces
Senador Petro establecer puentes de comunicación posteriormente con el
oficialismo Demócrata, encabezado por la presidenta de la Cámara Nancy Pelosi y
por los precandidatos presidenciales demócratas de aquel entonces (2008)
Hillary Clinton y Barack Obama. De ese momento en adelante, las relaciones
entre Petro y los Demócratas se hicieron cada vez más estrechas.
Sin duda, la complejidad de los desafíos que
enfrenta el Gobierno Petro, en los próximos 30 meses, está por encima de la
“amenaza de Golpe Blando”. La dinámica interna y el momento político requiere,
por parte del presidente, de soluciones que se salgan de los marcos
establecidos, y de acciones perentorias que prioricen la Gobernabilidad y la
Gobernanza en el plano local: ensanchar los linderos de la institucionalidad,
redemocratizar el Estado mediante la participación, y crear nuevas certezas
entre aquellos sectores ciudadanos que miran con desconfianza al proyecto
político oficialista, son algunos de los retos que en el corto plazo debe
liderar la Administración Nacional.
De otro
lado, desde el oficialismo el impasse del 8F debería leerse como una ventana de
oportunidad para dejar atrás la nostalgia del antagonismo y superar la disputa del
pasado con la derecha tradicional. Únicamente en manos del Gobierno Nacional está
la solución para concebir soluciones gubernamentales robustas, jalonadas por la
ejecución del Plan Nacional de Desarrollo. Solo con una gestión sólida es
posible crear nuevos marcos institucionales que permitan que hasta los
escépticos consientan la idea de que sí es viable hacer política social y dar
resultados prescindiendo de la cleptocracia tradicional.
No basta solo con repetir el mantra, a veces gaseoso, de “otro país es posible” sin reordenar el caos institucional heredado. Es necesario, en clave propositiva, crear un nuevo orden desde el Estado que facilite las transformaciones y redefina los límites de lo que se entiende por instituciones y democracia en el país. Aunque lacónica, ojalá la frase de William Ospina, en columna reciente, haga eco en el círculo cercano y en el mismo presidente Petro “Un capitán de barco tiene el deber de maniobrar en la tempestad: nadie le hará una estatua por gritar todo el tiempo que los vientos están en contra”[12].
[1] Publicista, candidato a Magister en Gobierno y Relaciones Internacionales,
investigador social. Director del colectivo Somos Ciudadanos.
[2] Semana. (2024, febrero
9). ¿Qué opina María Isabel? ¿Qué le pasó a Almagro? Revista Semana. https://www.semana.com/nacion/articulo/que-opina-maria-isabel-que-le-paso-a-almagro/202411/
[3] Rodríguez, M. A. (2024, febrero 18). Elección
fiscal: las cuentas que dejan mal parada a la Corte Suprema por demora en
escoger el reemplazo de Francisco Barbosa. infobae. https://www.infobae.com/colombia/2024/02/18/las-cuentas-que-dejan-mal-parada-a-la-corte-suprema-por-demora-en-escoger-el-reemplazo-de-francisco-barbosa/
[4] Jesús Blanquicet, A. N. (2024, febrero 10). Las
graves implicaciones del asedio al Palacio de Justicia. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/politica/gobierno/las-graves-implicaciones-del-asedio-al-palacio-de-justicia-853700
[5] Semana. (2024b, febrero
10). La Corte Suprema se respeta: Petro se equivocó y el ataque contra el
Palacio de Justicia es un golpe a la democracia que pone al país en alerta.
Editorial de Vicky Dávila. Revista Semana. https://www.semana.com/politica/articulo/la-corte-suprema-se-respeta-petro-se-equivoco-y-el-ataque-contra-el-palacio-de-justicia-es-un-golpe-a-la-democracia-editorial-de-vicky-davila/202436/
[6] Portafolio. (s/f). ONU pide a Colombia garantías para la elección
del nuevo fiscal general. Portafolio.co. Recuperado el 19 de febrero de 2024,
de https://www.portafolio.co/economia/gobierno/onu-pide-a-colombia-garantias-para-la-eleccion-del-fiscal-general-598329
[7] OEA. (2009). OEA -
Organización de los Estados Americanos: Democracia para la paz, la seguridad y
el desarrollo.
https://www.oas.org/es/centro_noticias/comunicado_prensa.asp?sCodigo=C-007/24
[8] Sharp, Gene (1973).
Politics of Nonviolent Action: Part One : Power and Struggle. Extending
Horizons Books. Page 132
[9] La era de los golpes de Estado suaves en América Latina. (s/f).
Mondiplo.com. Recuperado el 19 de febrero de 2024, de https://mondiplo.com/la-era-de-los-golpes-de-estado-suaves-en-america
[10] El Tiempo, R. (2007, marzo
8). Gobierno está incómodo por lobby de Petro en
Washington. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-2409542
[11] Semana. (2008, marzo 20). Futuro complicado. Revista Semana. https://www.semana.com/futuro-complicado/91733-3/
[12] Ospina, W. (2024, febrero 10). El enemigo. El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/william-ospina/el-enemigo/
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