Petronio es “Cali, lo demás es loma”

Por: @ElkinCalvo

La ciudad de Cali se robo mi corazón desde la llegada las 11:00 am del 13 de agosto de 2022, cuando arribamos a la capital Vallecaucana a presenciar uno de las manifestaciones culturales más importantes del sur occidente Colombiano: El festival Petronio Álvarez

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Cali esta ubicada al sur occidente de Colombia, es la capital del departamento del valle del Cauca, según el DANE esta ciudad cuenta con 2.227.642 habitantes, es decir 404.773 más frente a la cifra inicial que había presentado la entidad, luego del censo de población del 2018. Estos podrían parecer datos insignificantes respecto a la población AFRO sin embargo, según la Alcaldía los negros representan el 26,2 % que corresponde a 605.845 personas. Es decir, se sitúa como la segunda ciudad del país con más personas que se reconocen como Afrodescendientes, raizales o palenqueros.

 

Es ahí donde se desarrolló el XXVI Festival de música del pacífico Petronio Álvarez que tuvo lugar del 10 al 15 de agosto pasados en las instalaciones del coliseo del pueblo, al sur de la ciudad. Una fiesta imperdible que tuvo en esta oportunidad la presencia de propios y extraños, personas que (como yo) viajaron de diferentes lugares del país para bailar al ritmo del currula’o y los ritmos africanos que se tomaron el evento. 

 

Muchos de los que llegaron al festival, investigadores, artistas, reporteros gráficos, periodistas, curiosos, estudiantes, entre un infinito etcétera. En el coliseo, se instalaron espacios destinados para las bebidas ancestrales: biche, biche cura’o, arrechón, entre otras, propias de la costa pacífica. Así como un lugar destinado para la gastronomía: empanadas, aborrajados, papas rellenas, comida de mar, ceviche, en una variedad que estas palabras quedan cortas para describir y saborear. No podría faltar las artesanías que tomaron un lugar preponderante con desfile de moda, venta de artículos que resaltan la belleza de la raza negra.

 

El Festival además de ser una fiesta cultural tuvo un componente de reflexión, frente a los derechos para la población Afro, que ocuparon un lugar importante en la agenda del evento.


 

 Nuestra llegada a Cali, después de un viaje de más de 10 horas por carretera desde Bogotá, fue sobre las 11:00 am, ya en la ciudad y después del descanso que el cuerpo pedía, nos dirigimos al coliseo del Pueblo, sede del Petronio; allí la población mestiza éramos minoría, con la expectativa que nos produjo el evento nos fuimos adentrando lo más cerca que podíamos de la tarima principal, todo era alegría. Desde la entrada nos ofrecieron bebidas ancestrales, que accedimos comprar en el recorrido que hacíamos desde la puerta principal del lugar, que se adornaba con el letrero “La Casa Grande del corazón del pacífico”, a la medida que íbamos consumiendo el cura’o, que cuando se bebe a la primera bocanada se siente que quema la garganta y todos los órganos que toca durante todo el recorrido que hace hasta el estomago, se nos fue quitando el cansancio, la pereza, el aburrimiento y sentí que mi cuerpo fue adaptándose a los ritmos musicales que me obligaron a moverse y sentir la música hasta las entrañas. 

 

Hacia donde miraba, todos bailaban entre amigos, vecinos de puesto o con cualquier persona, que así no lo verbalizará, invitaba a bailar con el movimiento del cuerpo, ese fue el momento en que conocí a Kevin, un bailarín de una de las compañías de danza que tiene la ciudad, quien se gozaba cada son del tambor y contagiaba con su alegría todo el lugar. Alrededor de él, se formo una turba de personas bailando el currula’o con pañuelos blancos en la mano que movían al ritmo de las tamboras interpretadas por el grupo que se estaba presentando en la tarima. Fue un momento mágico para mi. Vivir el Petronio y auto reconcerme, buscar mis raíces, como mestizo, y la de mis ancestros en un lugar que no conocía, pero del que me sentía parte.

 

Al finalizar la danza con alegría fue necesario tomar la selfie del recuerdo que solo traen esos espacios, la fiesta terminó a la madrugada, la salida fue al ritmo de las canciones entonadas por algún participante del evento y que se respondía al unísono por otro grupo de personas. 

 

El segundo día, tuvo la participación la vicepresidenta, quién subió a la tarima saludo a los participantes y cantó a la Paz, otro gran momento que viví y que puso a todos los asistentes a vibrar con la energía que inspira Márquez. Francia se ha convertido en un símbolo, no solo para el pacifico colombiano, si no para las personas del común que como ella llama: Los Nadie se sienten representados y recogidos en su palabra. 

 

El Festival Petronio Álvarez, debería ser evento obligatorio para reconocer nuestras raíces como colombianos, enamorarse, renenamorarse y encontrarse con amigos, y por que no hacer nuevos, prometo volver gozarme la fiesta y seguir en la lucha contra el racismo, la xenofobia y la discriminación en cualquiera de sus manifestaciones. Es un imperativo ser solidarios y aliados a la causa por los derechos de la población Afro del país que vive en extrema pobreza, por el simple hecho de ser Negro o nacer en cierto lugar del país.

 

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