De la resistencia a “Mamá me voy a Puerto Resistencia”.


Por @ElkinCalvo

 

Puerto resistencia, es un lugar que fue “rebautizado” por la ciudadanía caleña, después del Paro Nacional del 2021, ubicado cerca de puerto rellena en la avenida carrera 46 con calle 36 sur de la ciudad de Cali en Colombia. 

 

Este lugar cobro importancia, luego del estallido social que germinó a partir del 28 de abril de 2021. Todo empezó con una serie de manifestaciones para pedir el retiro de una controvertida reforma tributaria impulsada por el Gobierno de Iván Duque; y que al pasar los días las protestas se fueron tornando violentas, dejando muertos y heridos (en su mayoría jóvenes) de la Fuerza pública y manifestantes. 

 

En puerto resistencia se erigió una estatua con la figura de mano izquierda levantada, construida por la comunidad, su tamaño es de alrededor de 12 metros de altura, los materiales (acero, cemento, arena, ladrillos, pintura, entre otros) fueron donados por los caleños participes de las manifestaciones. Resistencia, símbolo de lucha y en conmemoración a las personas que perdieron la vida. 

 

Pedir el retiro de la reforma tributaria fue una excusa para la sociedad colombiana, encabezada por jóvenes y estudiantes, que hicieron eco de quejas y reclamos que se venían posponiendo por décadas. Es así, como la ciudad vivió bloqueos de avenidas con actividades culturales, jornadas de paro, violencia en las calles, desabastecimiento de víveres, sumado a una pandemia del COVID 19 que parecía no tener fin. 

 

Un año después de las manifestaciones fui a conocer el lugar; un espacio que se identifica a lo lejos por la estatua en su base esta rodeada de los escudos que usaron los muchachos de la primera línea para defenderse del ataque de las fuerzas del Estado, allí en medio de las dos avenidas, los visitantes (propios y extraños) se toman fotografías empuñando los escudos que son adornados con imágenes de los asesinados o leyendas escritas por los artistas del lugar. 

 

En medio de la avenida, donde se encuentra la estatua, los manifestantes lograron ubicar al alrededor de doce Tiangüitas (o chazas) pintadas de diferentes colores; me llamo particularmente la atención en una de las paredes de las tiendas la imagen de la vicepresidenta Francia Márquez, donde me hice una fotografía con su imagen. Las tiendas están dedicadas principalmente a la venta de artesanías, fotografías, manualidades o camisetas que recuerdan lo vivido en esos días de paro, es una manera de resistir para que la impunidad y el olvido no se lleve el recuerdo de los que dieron la vida en las confrontaciones. 

 

Allí conocí a Miriam, una mujer de alrededor 40 años que tiene un puesto de venta de artesanías; quien me contó como llegó a ese lugar motivada por su hija, estudiante universitaria de comercio internacional, quien se traslado al lugar apoyar la protesta movida el deseo de cambio a la injusticia social y la desigualdad que se vive en muchos lugares del país. 


 “Me sentí en medio de una guerra, cada vez que llegaba la policía, nos lanzaban bombas y al mismo tiempo aparecía un helicóptero en el cielo, volando bajito y alumbrando diciendo a través de un parlante que nos iban a matar”, relata Miriam mientras conversamos. Su expresión lo dice todo, mientras conversamos me enseña una de las fotos de uno de esos días, el lugar se ve lleno de gente donde no se alcanzan a reconocer las avenidas, ni donde empiezan ni donde terminan. La gente estaba exigiendo sus derechos en la calle, en puerto resistencia. 

 

Por otro lado, Miriam dice que en las actividades de paro que se desarrollaron fueron pacificas, el centro de todo era la olla comunitaria, se jugaba Yermis, lazo, trompo, cantaban y un sin fin de actividades para mantener el lugar vivo. “Fue muy bonito recordar mi niñez mientras se protestaba por un cambio que exige el país”.

 

Al final de la conversación Miriam sacó una agenda de color plateado, donde me pidió dejar un mensaje plasmado sobre mi visita al lugar, vi que estaba casi lleno; según cuenta su propósito en el futuro es que se convierta en una publicación, “Son tan bonitos los mensajes que me dejan que me dan ganas de llorar cada vez que los leo”. 

 

Al lado, en el mismo lugar, están colgados cascos que usaron los jóvenes para protegerse de las balas de la policía, así como huerta comunitaria, un tanque de agua reciclada de la lluvia y lo que podría ser en un futuro un criadero de peces, como lo plantea uno de los integrantes “De aquí nos robaron unas tortugas que fueron traídos con el propósito de criar, pero se las llevaron en un descuido. La gente no deja progresar”

 

La Alcaldía de Cali ha respetado el espacio, “hemos llegado a acuerdos con ellos para la construcción del MIO que iba a pasar por acá” dice otro de los participantes. El Estallido social en la ciudad ha dejado varias lecciones, entre otras, la importancia de atender los temas sociales, el diálogo y la participación ciudadana como eje de la sociedad Colombiana. Los jóvenes no pasan entero, es el tiempo de la gente y los derechos fundamentales (la educación, el trabajo, las oportunidades); las redes sociales y el activismo juegan un papel fundamental en esta revolución tecnológica que estamos viviendo. 

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