Por: Shameel Thahir Silva
Han pasado 528 años. 6336 meses. 25344 semanas.
177.408 días. 4.257.792 horas. El tiempo es lo único que tenemos como seres
humanos. El tiempo nos atraviesa no solo individualmente sino sobre todo
colectivamente. Antes de 1492 ya llevábamos más de 10 mil años poblando estos
territorios. Muchísimo más tiempo del que ha pasado desde que llego la invasión
europea y nos obligaron a vivir como ellos, pensar como ellos, creer que ellos
son el deber ser de nuestra especie.
Hasta el día de hoy siguen repitiéndonos en nuestras
escuelas que “nos descubrieron”. Es
precisamente por eso que muchos de nuestros compatriotas siguen creyendo que es
mejor irse a lavarle los baños o cuidarle los bebes a los gringos o europeos
antes que juntarnos aquí para procurar hacer juntos unas mejores sociedades. Es
por ello que seguimos cargando la herencia de corrupción, elitismo, racismo y
machismo estructural que nos trajeron a nombre de la corona española y la cruz
de cristo.
No significa que si no nos hubiéramos encontrado hace más de 500 años estaríamos en una mejor situación. No se equivoquen. Esto no es una oda al buen salvaje. Entendemos que los aztecas le ofrecían el corazón de personas de pueblos que consideraban inferiores a sus dioses. Que los incas esclavizaron personas. Que los caribes comían carne humana. Aquí ya había muerte y destrucción.
Aquí ya existían pueblos profundamente patriarcales y
racistas. Lo que aquí no había eran pueblos que vivieran en desequilibrio con
su entorno. Si algo perdimos con la invasión europea fue creernos que por fuera
de la naturaleza y empezarla a ver como un recurso infinito. Perdimos el
respeto por nuestra madre tierra y miren donde estamos precisamente por esa
huella cultural heredada de Europa.
Perdimos otra manera de entender la ciencia, el arte,
las estrellas, la ingeniería y hasta la agricultura. Por eso hoy hay quienes
siguen creyendo que infraestructuras como Machu Pichu fueron hechas por aliens.
Es más fácil esa explicación que entender el genocidio que significó ese 1492 a
nuestros días.
Perdimos otras formas de organizar nuestra sociedad.
Por eso cuando los herederos de esos pueblos que hace más de 5 siglos ya
poblaban todos nuestros territorios hacen uso de recursos milenarios como la
minga para resistir estas lógicas colonizadoras la respuesta es que son
guerrilleros pagados por el narcotráfico. No entienden lo que significa la
minga y como esta se sale de las lógicas del capital.
Es precisamente por esta herencia que nos parece más
interesante consumir que vivir. Desperdiciar antes que reciclar. La cultura
audiovisual antes que la tradición oral. Nos aburre el silencio y la calma
porque heredamos que “ser útil” es estar matándose por un sueldo. Es de allá
que heredamos que las mujeres nacen para parir y ser madres. De allá heredamos
que vivir es una jungla en donde competimos contra los que deberían ser
nuestros hermanos y hermanas. Es esa herencia la que nos hizo olvidar que lo
que nos hace realmente humanos es la cooperación no la competencia. Si recordamos todo lo que hemos perdido tal vez tengamos alguna esperanza o futuro como especie. Sino la tierra y la vida seguirá su camino porque también
olvidamos que somos prescindibles para nuestra madre.
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