Santiago García, fundador y director del Teatro La Candelaria murió a sus 91 años.


El teatro colombiano ha perdido a uno de sus más grandes representantes, el maestro de generaciones de artistas colombianos, artífice de una nueva forma de hacer y ser: La creación colectiva. Incansable observador, crítico y hacedor de mundos, desde el teatro (su hogar) compartió sin reserva con todo aquel que deseaba desentrañar la condición humana a través del arte, su mirada del mundo para que cada cual descubriera la propia. 

Un hombre de creencias férreas, que aportó no sólo a las artes de nuestro país sino al relato de nuestra historia y de Latinoamérica. No existen palabras para describir su pensamiento más que las suyas: 

“Nosotros, los hombres y mujeres del teatro colombiano, sabemos que es posible hablar de lo que nos duele y de lo que nos alegra y que también se puede, como en la escena, entender los conflictos. Lo sabemos porque hemos conformado grupos y públicos, hemos sabido convivir entre diferentes y hemos tramitado las divergencias en la creación, un lugar sagrado y misterioso que permite recrear la vida y por lo tanto contribuir a transformarla… El teatro es un arte que es capaz de representar lo que la sociedad tiene oculto. Permítannos hacerlo porque es una necesidad social demostrar, como lo estamos haciendo con muchos otros y otras, que otro mundo mejor es posible”.  Santiago García, (aparte de su discurso cuando fue nombrado como Embajador del Teatro por la UNESCO).

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