En días recientes la Alcaldía de Bogotá inauguró con bombos y platillos el primer semáforo de conteo regresivo de la ciudad presentándolo como un avance importante en el camino a convertirnos en una ciudad inteligente. Lo que en realidad muestra ese modesto logro es que aún estamos muy lejos de ese objetivo.
La tecnología es una herramienta fundamental para mejorar la calidad de vida. Desde siglos atrás, los avances tecnológicos han permitido encontrar soluciones a los problemas cotidianos. Sin embargo, para que este proceso se dé es necesario apropiar la tecnología a tareas comunes. Por ejemplo, aunque el motor a vapor se inventó estrictamente en épocas de los griegos solo fue hasta el siglo XIX que se apropió esta tecnología a usos comunes y terminó provocando la revolución industrial.
La información, que es un conjunto de datos ordenados, es una de las minas de oro del siglo XXI. No en vano se ha llamado el siglo de la información. Para que una urbe se pueda considerar una ‘smart city’ debe existir una apropiación de la tecnología acompañada de la aplicación cotidiana de la información. No es suficiente con que la información exista. Eso es solo el comienzo. También se requiere que la información sea accesible y entendible por la mayoría de la población.
Una ciudad inteligente no se refiere a modernos edificios o autopistas, sino al uso de tecnologías que facilitan la recopilación y acceso a información útil para el día a día del ciudadano, e incluso información relevante para ajustar las políticas públicas.
En Bogotá la tarea apenas comienza. Hasta ahora se está capturando y sistematizando la información.
La ciudad tiene información que no es accesible ni útil para el ciudadano, pero que podría tener gran impacto. Dos ejemplos muy concretos:
El primero, la ubicación de los buses tanto del componente zonal como troncal del sistema. Hoy puede conocerse qué tan lleno va el bus, dato que podemos obtener del sensor de peso que tienen los vehículos. Con esta información en una aplicación móvil los usuarios podrían saber exactamente dónde está el bus que necesitan y su nivel de ocupación. De esta forma, podrían decidir usar otra ruta o incluso tomar otra alternativa de transporte. La información es vital para tomar decisiones en tiempo real.
Como segundo ejemplo, tenemos la información de calidad del aire y radiación ultravioleta UV. En otros países, las aplicaciones de clima son de las más consultadas; por el contrario, en Colombia teniendo toda la información disponible y pública, no es de fácil acceso para los ciudadanos. Esta es una falencia que puede resolverse con una aplicación que permitiría a los ciudadanos tener acceso fácilmente a todo tipo de alertas ambientales, con el fin de que puedan tomar acciones y proteger su salud. Esta idea la convertimos con mi equipo en un Proyecto de Acuerdo que cursó en el Concejo y tuvo el concepto negativo de la Administración.
El propio Concejo de Bogotá es un ejemplo del largo camino que nos falta para que la capital sea una ciudad inteligente. Pese a que la gran mayoría de la información que maneja es pública y valiosa, acceder a buena parte de ella solo es posible mediante derechos de petición. Estos datos serían de gran importancia para el control político y veeduría ciudadana.
Otro sector a mejorar es el de las tecnologías de transporte público eléctrico. Mientras este es una realidad hace décadas en muchas ciudades del mundo, en Bogotá solo el metro cable y un piloto de 43 taxis funcionan con electricidad. El primero caso contó con la oposición inicial del alcalde que lo criticaba duramente; el segundo caso, se ganó la indiferencia en estos cuatro años, en que se requería emprender campañas para su promoción y buscar alternativas para aumentar el número de vehículos. Los propietarios de los taxistas eléctricos deben ser considerados promotores ambientales por el aporte que hacen para enfrentar la contaminación atmosférica y el ruido.
El semáforo “inteligente” es apenas una gota de agua en el mar de acciones que es necesario implementar para lograr que algún día podamos decir que Bogotá es una ciudad inteligente. Que se haga una rueda de prensa para inaugurar un solo semáforo, cuando se requieren cambiar más de 1300 intersecciones para que el sistema funcione adecuadamente, es una muestra del desespero del alcalde Peñalosa por ocultar el poco avance de Bogotá.
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