Foto tomada de internet |
Presidente Fedeabejas Federación Colombiana de Apicultores y Criadores de Abejas
Fabio Granados |
Obviamente, estas cifras no son garantía y debemos continuar fomentando prácticas que ayuden a proteger las colmenas, garantizar la vida de las abejas y fortalecer sus entornos. Un esfuerzo que debe hacerse en conjunto y principalmente entre apicultores y agricultores, quienes son los directos beneficiados de este importante esfuerzo. Las cifras en nuestro país son alentadoras para estimular este trabajo ya que el número de colmenas ha ido en aumento; en 2012 había en el país 88.111 y en 2018, 114.509 aproximadamente, de acuerdo con la Cadena Productiva de las Abejas y la Apicultura (CPAA), del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Estos datos demuestran un crecimiento importante en seis años, pero que también invitan a que seamos más agresivos y crezcamos a doble ritmo en una actividad que tiene muchos sabores dulces.
El crecimiento dependerá, en primer lugar, de un desarrollo sostenido de la apicultura, que debe estar planteado sobre tres ejes: La inversión en infraestructura, pues con su llegada se permitirá abrir espacios para movilizar colmenas y fortalecer cultivos. La capacitaciónconstante y correcta a nuestros apicultores, que evitará pérdidas de colmenas por malas prácticas y falta de protocolos adecuados de higiene. Y finalmente los programas de asistencia técnica, que son semilleros para el desarrollo de cualquier actividad en el campo, permitiendo desmitificar puntos y documentar experiencias, que evitarán pérdidas innecesarias. Tres retos que tiene también el sector agrícola, a lo largo y ancho del país. Y, en segundo lugar, propender por una apicultura profesional sobre cuatro pilares: manejo, sanidad, nutrición y genética.
El 90% de los apicultores colombianos son pequeños agricultores, que manejan las dos actividades como fuente principal de su sustento. ¿A quién le interesaría que alguno de los dos sectores tuviera un retroceso o una fuerte desaceleración? La discusión sobre la apicultura, las abejas y el campo, no puede politizarse porque caeríamos en el error, cometido en otros sectores, donde se cazan peleas a miles de kilómetros de distancia, en donde el campesino y el apicultor están viviendo en paz. En la apicultura, Colombia puede sumar otro renglón fuerte a su economía, como lo es ya para la Argentina, que es el segundo país en exportaciones mundiales de miel y el tercero en producción.
Tan solo en 2018, dicho país exportó 70.000 toneladas que fueron equivalentes a 175 millones de dólares. Una cifra que en nuestro mercado parece lejana, pero podría ser alcanzada con el apoyo y trabajo conjunto de campesinos, apicultores y el gobierno Nacional, promoviendo un crecimiento sostenido del sector y afianzando su relación con ciertos cultivos que, con una adecuada polinización dirigida, pueden incrementar hasta en 120% su productividad como se ha demostrado con el cultivo de aguacate, y hasta en un 70% con el melón. Las abejas son uno de los insectos más reconocidos en el mundo, y de los más destacados por su trabajo y esfuerzo conjunto; ¿por qué no aprender de ellas y retribuirles esta sencilla enseñanza de labor conjunta? Hay que hacer un llamado para no caer en malintencionadas informaciones que buscan polarizar y dividir.
Las abejas requieren cuidado, no porque se estén extinguiendo, sino porque son un insecto de gran valor para nuestra especie y la mejor forma de protegerlas es brindándoles mayores y mejores condiciones, aprendiendo sobre su cuidado y teniendo claridad que su defensa siempre nos dejarán un dulce sabor en la boca.
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