Foto tomada de internet |
Con la creciente demanda en la introducción de animales de compañía a los núcleos familiares de la ciudad, crece también la demanda de servicios informales que promuevan su tenencia. En Bogotá se ha venido evidenciando una modalidad de trabajo informal a la que se le ha denominado por muchos como paseadores de perros.
La iniciativa determina que las condiciones establecidas en el protocolo deberán asegurar la salud de las personas y las condiciones de bienestar para los animales.
El paseador de perros surge como una necesidad del dueño del animal ya que en muchas ocasiones por la falta de tiempo el propietario no le puede ofrecer el paseo diario que necesita el animal. Esta labor reduce el trabajo de los propietarios de los animales de compañía que por diversas circunstancias no pueden sacarlos al parque promoviendo algo de ejercicio y esparcimiento al canino.
Actualmente, dijo, el Concejo se observa paseadores cuyo volumen de perros sobrepasan su capacidad física. Muchos llevan hasta quince perros por paseador, ofrecen servicios por tiempos muy prolongados (paseos de cuatro a seis horas al día), lo que obliga a los paseadores a mantener amarrados en los parques a los caninos la mayor parte del día. Cuando se sueltan es difícil tener el control para su manejo aumentando las probabilidades de pérdida de estos, ocasionando agresiones entre animales y la imposibilidad de recoger las heces de los caninos que pasea.
Por otra parte, dada a la falta de idoneidad y capacitación formal de las personas encargadas de esta actividad, reciben cualquier tipo de canino aumentando la problemática ya que cuando se reciben animales de diferente tamaño el ritmo de la marcha, la velocidad y el espacio lo determinan las razas grandes por lo que los perro pequeños deben correr más rápido, y pueden sufrir un mayor desgaste de sus pulpejos digitales y articulaciones.
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