Carta abierta de Secretario de Integración Social Jorge Rojas al periodista Mauricio Gómez de CM&

Jorge Rojas Secretario de Integración social de Bogotá Humana
Bogotá, 14 de julio de 2015


Señor
Mauricio Gómez
Noticiero CM&


Con mucha expectativa revisé los informes especiales que a manera de “balance de la gestión” del  alcalde de Bogotá Gustavo Petro presentó el noticiero CMI la semana pasada. Hacer un balance de una ciudad como Bogotá en tres informes de alrededor de 5 minutos cada uno es un ejercicio de síntesis que sólo un periodista de su trayectoria podía cumplir. Por eso había aceptado gustoso su invitación de hace dos meses para hablar sobre logros en derechos sociales que tienen relación con la Secretaría Distrital de Integración Social. Una y otra vez me recordó que debía ser muy breve por aquello del tiempo en televisión y yo le recordé que había sido reportero de TV cuando ejercía el periodismo y que, incluso, ya habíamos coincidido en informes especiales sobre desplazamiento forzado cuando ejercía como director de CODHES. 

Al final de la entrevista usted me dijo que había sido breve y contundente y que entre menos edición mejor el producto. El balance periodístico de un gobierno, pensé yo, es un asunto complejo porque hay que consultar muchas fuentes y contrastar mucha información, como señala el manual básico y los códigos de ética que inspiran el noble ejercicio de la profesión. No fue así. Los informes que CMI presentó como “balance” de Bogotá Humana niegan, ocultan, desconocen o tergiversan cifras y logros de Bogotá Humana. Consulta una sola opinión y la presenta como la única verdad  y la única voz de la ciudad. Entendí que el único objetivo de la “evaluación” era “demostrar” incapacidad, ineptitud, improvisación, desorden, caos, parálisis como consecuencia de una suerte de “desgobierno” en la ciudad. Descartado el problema del tiempo queda en evidencia la intención de transmitir un solo mensaje, de crear una opinión, de tomar partido. Por supuesto que esto también es válido. De hecho hay algunos directores de medios que han tomado partido e incluso manifiestan odio frente a la administración del alcalde Petro. El problema es que lo hacen en nombre de una imparcialidad que no existe, de una objetividad que no es cierta y de un profesionalismo que no funciona. 

Más claro y transparente es cuando un medio que representa una posición política hace oposición  periodística en nombre de esa oposición política. En estos casos, el oyente, el lector o el televidente sabe a qué atenerse. En el balance de CMI queda claro, por ejemplo, que quien tiene la razón y representa la única verdad sobre temas como el ordenamiento territorial de la ciudad son los empresarios de la construcción agrupados alrededor de Camacol y representados en el gobierno nacional por el Ministro de Vivienda. Otras voces, otras políticas públicas, otra visión de la ciudad no caben en su análisis. Ni siquiera se tomó  en cuenta el Plan de Desarrollo que votó la ciudadanía en las elecciones del 2011. Lo mismo ocurrió en temas de transporte, aseo, peatonalización, seguridad y espacio público. Las imágenes impactantes del “caos”  buscaban un efecto mediático de desaprobación y desesperanza, construir una determinada percepción de opinión pública. Yo respeto profundamente la libertad de expresión como fundamento de la democracia. 

Es preferible el exceso que el defecto y el control social de los medios es muy importante en un ejercicio de gobernanza. Por eso no reclamo indulgencia, ni siquiera pido objetividad de quienes deciden la línea editorial de los medios, pero si exijo  equilibrio en la información, multiplicidad de fuentes, incluso consultar a quienes aparecemos como sujetos de la “evaluación”. 

Bueno, yo reconozco que usted amablemente me buscó para una entrevista, eso es algo. Lo que me asombra es que haya sido silenciada, que haya ocultado las cifras de Bogotá Humana sobre avances en cobertura y calidad de la educación inicial de primera infancia, atención integral de personas mayores o con discapacidad, que no se diga una sola palabra de inclusión y derechos de la comunidad LGBTI, o de la atención a las víctimas del conflicto armado. Lamento que toda su trayectoria profesional ratificada con premios de periodismo haya quedado en entredicho con estos informes. 

Su independencia era una garantía frente a las presiones inevitables de los dueños de los medios y de quienes dirigen la línea editorial. Pero no fue así. Se impuso una sola visión en la que coinciden empresarios y los dueños de los medios de comunicación. Solo que, en este caso, los empresarios son también  dueños de medios y, por supuesto, dueños de su propia verdad. 

Yo se que usted entiende que si bien es una verdad que surge del poder económico, no es la única verdad sobre la cual se evalúa una gestión de gobierno en una ciudad como Bogotá.



Lo lamento por el periodismo.



Cordialmente,



Jorge E. Rojas R

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