A propósito de la Semana internacional de la desaparición forzada, nos llego un artículo que vemos importante que la opinión pública conozca. Gracias al autor por el archivo
Por: Julio Pulido / Poder Ciudadano
¿Dónde están nuestras 122.155 víctimas de desaparición
forzada? Gritan, con una mezcla de rabia y dignidad, cientos de personas que
son madres, padres, hijos, hermanos, esposos y amigos; cientos de personas que pregonan y parecen
implorar a la virgen de Lourdes ponerle fin al dolor que zanjó en ellos la
desaparición forzada de sus seres queridos.
Las miradas evanescentes y frías de algunas de las víctimas que aún no han perdido su rostro y que se aferran a retablos en primeros planos, incomodan la cotidianidad de quienes transitan por la plaza principal de la localidad de Chapinero en Bogotá. ¿Incomodan?, si, incomodan la impunidad, la negligencia y la indiferencia de una realidad que, por los daños causados, es catalogada como un crimen de lesa humanidad.
En el artículo II del convenio de las naciones unidas se
lee: “… se considera desaparición forzada
la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su
forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que
actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de
la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de
libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide
el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales
pertinentes”.
“Necesitamos concluir esta pesadilla, es muy difícil vivir
sin un cuerpo al que enterrar con dignidad, todos necesitamos una lápida a la
cual aferrarnos” me dice una mujer que se agacha a poner algunas rosas cerca a
uno de los retablos que componen esta macabra galería de desaparecidos pero que
se niega a seguir hablando y mucho menos a darme su nombre.
Como ella, hay en esta plaza varias personas impulsadas por
el anhelo de concluir su propia pesadilla.
Durante esta última semana de mayo varias organizaciones
defensoras de derechos humanos, organizaciones de familiares de detenidos desaparecidos
convocan
a la realización de varias jornadas contra la desaparición forzada exigiendo
que el Estado responda por la vida y la libertad de los desaparecidos, o que se
entreguen sus restos a las familias y opere la justicia.
Entre el 25 y el 31 de mayo se han programado exposiciones, foros,
presentación de documentales y multimedias en varias ciudades del país con la
esperanzadora idea de vencer el olvido, la desidia y el ocultamiento.
Todos los días aparecen letreros en la
televisión con la foto de un niño o joven y el letrero “desaparecido: informar
sobre su paradero”. Con frecuencia se habla de decenas de miles de
desaparecidos pero nunca ha aparecido un aviso con la foto de una víctima y el
letrero: “detenido desaparecido” o “victima de desaparición forzada”. Es como
si se quisiera refundir este crimen atroz en medio de la dolorosa circunstancia
de un familiar que se extravió o que fue asesinado y no se sabe de su destino.
Se lee en uno de los varios letreros que componen el lugar.
Cifras escalofriantes
“La desaparición forzada es una de las violaciones de los
derechos humanos más graves que existe, y Colombia, lamentablemente, sufre un
récord alarmante en la comisión de este crimen”. Ha dicho el delegado en
Colombia de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
derechos humanos.
Confirmando la alerta de Naciones Unidas, el Registro Único
de Victimas presenta en su informe del 1 de abril de 2014 la escalofriante
cifra de 122.155 víctimas de desaparición forzada, incluyendo 13.448 víctimas
directas y sus padres y hermanos. Otras fuentes han hablado de 22.000 víctimas
directas y entre ellas se incluyen más de 4.000 personas inocentes que en las
últimas dos décadas han sido presentadas falsamente como muertes en combate: ejecuciones
extrajudiciales falsamente llamadas positivos.
Ausencias que
interpelan
Será esta una semana en que las organizaciones convocantes
exigirán al Estado colombiano se ratifique y aplique plenamente la convención
suscrita donde se reconoce la competencia del Comité contra la Desaparición
Forzada para recibir los casos que no obtienen resolución a nivel interno. Los
familiares exigirán además la adopción
de medidas para que se supere la impunidad y se reconozca la responsabilidad
del Estado en muchos de los casos de desaparición forzada.
Por lo pronto los rostros de los desaparecidos seguirán, en
su ausencia, interpelándonos en espera de verdad, justicia y reparación. Sus
miradas suspendidas en el tiempo nos seguirán exigiendo despertar y actuar.
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