Inseguridad en El Olarte

Por: Jhon Parra
Los problemas de inseguridad que se presentan en el barrio El Olarte son la principal preocupación de la comunidad. El raponeo, los atracos a plena luz del día y en la noche, el expendio de drogas así como su consumo en las calles o parques del barrio, además, ha hecho que los habitantes de la zona denuncien lo sucedido ante la Policía Nacional y la Alcaldía local, sin obtener mayor respuesta por parte de estos, pues hasta el momento no se han adoptado medidas suficientes para brindarles seguridad a los residentes del sector.
Como lo señala Sonia Agudelo, residente del barrio hace 32 años y colaboradora en la Junta de Acción Comunal, los problemas siempre han sido visibles en el sector. Si bien antes las problemáticas giraban en torno al acceso a los servicios públicos, ahora las molestias se centran en lo que viene pasando a diario en el barrio: Problemas de drogadicción y robo en las calles. Según ella, todos los días se ven niños de 8 – 9 años empezando a consumir drogas, los cuales están acompañados muchas veces por amigos de su misma edad o más grandes que ellos. Así mismo, asevera que son los mismos muchachos los que consumen sustancias alucinógenas, los que están robando a sus vecinos por conseguir dinero para comprar más droga.
A la 1 de la tarde llegó un muchacho a preguntar por mi hijo. Salí por la ventana del segundo piso y le dije: Ya bajo, espéreme un momentico. Me demoré 5 minutos bajando las escaleras, y cuándo abrí la puerta, el muchacho estaba bañado en sangre porque lo acababan de apuñaliar por robarle el celular, dice Sonia con  voz de angustia y  rostro de preocupación frente a lo que está pasando. Aunque asegura que en varias oportunidades ha denunciado ante la Policía lo qué ocurre, dice que estos no han hecho nada al respecto.
Y es que los problemas de seguridad que se dan en el barrio no sólo tienen que ver con el atraco constante, también involucra problemas de pandillismo en el sector y nuevas modalidades de robo.  Según otros habitantes del sector, el número de muchachos que se reúnen todos los viernes y sábados en los parques a tomar, consumir droga y luego a pelear es aterrador, pero lo que más sorprende, es que sean los mismos padres quienes fomenten la violencia entre sus hijos, pues según ellos, han visto cómo algunas madres sacan revólveres y cuchillos para que los menores se defiendan de las agresiones de otros.
La nueva modalidad de robo de la que hablan los residentes, se presenta en el paso conocido como La Frontera que comunica a los barrios El Olarte y Villa del Rio. Según Sonia Agudelo, varios muchachos con perros Pitbull salen desde las 6 de la tarde a robarle los celulares y quincenas a quienes transitan por allí, utilizando a sus mascotas como arma para ello, pues saben que si se llegan a oponer a ello, sus perros los morderán, lo cual asusta a la víctima y hace que entregue sus objetos personales. Y así como se han quejado por lo ocurrido en otros lugares del sector, también lo han hecho, sin embargo, estos no han tenido resultados positivos, ya que la autoridad local no ha hecho nada al respecto y asegura que por más que trate de proteger  a todos los residentes, es imposible, ya que no existe colaboración entre los mismos habitantes, lo cual impide en muchas ocasiones que se sepa lo que ocurre.
Ahora, las pocas demandas que se dan en el lugar poseen una razón fundamental: Miedo. El miedo por qué ellos mismos o sus familias sean las próximas víctimas, ha hecho que la Junta de Acción Comunal, por ejemplo, no actué respecto a ello, pues aseguran que hacer ello, significa quedar en el ojo del huracán y exponer a quienes los rodean. De igual forma, afirman que las pocas acciones que se hacen para frenar con el robo se debe a que no existe realmente solidaridad entre los vecinos, pues aunque hace algún tiempo se instalaron las alarmas comunales, nadie hizo uso de ellas.
Por último es importante resaltar algunos lugares donde se presentan según los mismos habitantes, más robos y problemas de drogadicción: Surbana, alrededores del Colegio Nuevo Chile, La frontera (conexión entre El Olarte y Villa del Rio), escuela Rodrigo Bastias. Es necesario como lo rescatan los residentes, que la Policía Nacional así como la Alcaldía de Bosa adopte medidas de seguridad en el sector, con el ánimo de brindarle protección a todos.

Matoneo en la escuela, las secuelas de ello.
Nos vemos en La Polvera, dice una de las niñas después de concretar la pelea que tenía casada desde hace algún tiempo con su compañera. La voz se extiende por los pasillos del colegio Nuevo Chile. Todos saben que al terminar la jornada todos irán al lugar a presenciar otra de las tantas peleas que se dan entre compañeros de clase. Aunque la sentencia ya está hecha, el miedo no sobra entre las dos involucradas, sin embargo, el miedo de quedar como ante los demás como una “gallina o hija de mami” hace que las dos se enfrenten, así resulten más humilladas de lo que se pueden imaginar.
 Hace más o menos 1 mes empezó el problema entre las dos compañeras. Una de ellas decidió ponerle un apodo a la otra para poder burlarse de ella delante de todos y hacerla quedar en ridículo. El problema empeoró después de que la madre de la agredida verbalmente fuera a hablar con el profesor responsable del grupo y éste le dijera que por favor no se entrometiera en los problemas de su hija, pues ella ya era una adolescente y debía aprender a solucionar sus problemas de forma independiente. Los compañeros de curso se enteraron de lo ocurrido y entonces  volvieron a poner en ridículo a la ya boleteada, como dicen ellos.
Palabras más ofensivas fueron saliendo de la boca de su compañera. El colegio entero era testigo de cómo ésta humillaba a la otra sin compasión, aunque ésta tratara de defenderse. Los insultos y burlas fueron creciendo y con ello la rabia de la afectada también fue incrementando. La no intervención de los profesores hacia ello, hizo que el problema creciera hasta ese día, el cual quedará en el recuerdo de las dos, sobre todo en el de la afectada, pues las huellas físicas pero ante todo sicológicas son imborrables.
Después de la jornada habitual y salir a eso de las 6:20, los compañeros de las menores recordaron a los demás que la pelea estaba casada y que sólo tenían que ir a la Polvera a ver cómo las dos mujeres se agarraban del pelo, rasguñaban sus rostros, se revolcaban en la tierra, gritaban, además. Los minutos pasaron más rápido de lo habitual y en un abrir y cerrar de ojos las dos mujeres ya se encontraban rodeadas por sus compañeros atentos a la pelea.
Como era de esperarse empezaron los rasguños y las cogidas de pelo entre las dos luchadoras. La estatura de quien había comenzado con la burla era sobresaliente, pues era por lo menos 5 cm más alta que la otra. Su peso le ayudó. Varias veces logró ponerle sus grandes manos en el rostro a la otra haciendo que su cara se viera empapada de sangre. Los gritos de sus compañeros hacia que estas siguieran peleando como un acto de orgullo, sin embargo, los fuertes golpes en los ojos de la más afectada hizo que ésta cayera y algunos se metieran en defensa de la misma, pidiendo que no continuara con ello, ya que de ser así podría quedar más afectada de lo que ya estaba. Aunque la vencedora salió triunfal, también recibió uno que otro rasguño, claro no comparada como las que ella le dio a su contrincante.
Los rasguños en el rostro de la afectada eran evidentes. Los padres de la menor no dudaron en llevarla al hospital para que allí los médicos se encargaran de curar sus heridas. El regaño no se hizo esperar y entonces las lágrimas brotaron. Los médicos determinaron que debía tener 10 días de incapacidad para que sus heridas sanaran y pudiera recuperarse de los traumatismos que le dejo la pelea con su compañera. La denuncia fue puesta ante la Policía Nacional y posteriormente se presentó lo acontecido ante las autoridades del colegio, esperando tener una respuesta adecuada la cual nunca se dio.
Y aunque los problemas continúan dentro del lugar, las involucradas en este matoneo ya no están allí como protagonistas de esta historia, pues después de lo sucedido, los padres de la afectada decidieron sacar a ésta de allí y ubicarla en otro colegio, con el ánimo de evitar que nuevos actos de violencia se volvieran a presentar y la agresora o la Fuller, como algunos le pusieron después de la pelea, paso a ser una más dentro de la institución para darle paso a las nuevas agresoras, a esas que ahora dentro de un salón de clase se burlan de sus compañeras, las pone en ridículo y hace de ellas un objeto de burla hasta el punto de verse de nuevo en la Polvera.

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