Murió Vargas Llosa, escritor que se inscribió parte del Boom Latinoamericano.

 


Tomado de: El espectador, Andres Osorio Guillot - Coordinador de newsletter

Qué vaina. Nuevamente Semana Santa nos trae el duelo de uno de los narradores de América Latina. En 2014, un jueves santo, Gabriel García Márquez partía de este mundo, tal como le pasó a Úrsula Iguarán, uno de los personajes principales de Cien años de soledad.

Ahora, además de manera inesperada, sufrimos la muerte de Mario Vargas Llosa, el último de los exponentes del fenómeno editorial del ‘Boom Latinoamericano’. Sin mayores noticias de sus quebrantos de salud, nos tomó por sorpresa este domingo la muerte del Nobel de Literatura a sus 89 años.

“Con profundo dolor, hacemos público que nuestro padre, Mario Vargas Llosa, ha fallecido hoy, rodeado de su familia y en paz. Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, indicó la familia, a través de un comunicado.

Aunque hay quienes se resisten a la obra y el legado del escritor peruano por su ideología política, negar la dimensión de su sello y su aporte a las letras latinoamericanas sería terquedad. Libros como La ciudad y los perros, Conversación en la catedral, La fiesta del chivo, La casa verde, entre otros, aparecen en una vasta obra literaria que dejó su huella en la novela, pero también en el ensayo.

La política también fue uno de los componentes de su vida y obra. En 1990 fue candidato presidencial en Perú por el Frente Democrático. “La política es una forma de la maldad. El mayor error que he cometido en mi vida”, dijo al Magazine del diario El Mundo, 1 de julio de 2007.

Debido a su relevancia e influencia, quisimos enviarles este correo, contándoles un poco quién fue Mario Vargas Llosa y por qué es tan importante para la cultura latinoamericana.

Nacido en Arequipa, Perú, en 1936, Mario Vargas Llosa empezó desde pequeño su oficio como escritor. En su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura en 2010, reconoció que fue por el hermano Justiniano, uno de sus profesores en el Colegio de La Salle, que empezó a acercarse a la literatura.



Pero también en El pez en el agua, su autobiografía, citada por Santiago Gómez Cubillos, periodista cultural de El Espectador, en el homenaje al peruano, Vargas Llosa habla de las razones que lo llevaron a escribir: “Es probable que sin el desprecio de mi progenitor por la literatura nunca hubiera perseverado yo de manera tan obstinada en lo que era entonces un juego, pero se iría convirtiendo en algo obsesivo y perentorio: una vocación. Si en esos años no hubiera sufrido tanto a su lado, y no hubiera sentido que aquello era lo que más podía decepcionarlo, probablemente no sería ahora un escritor”.

Los jefes, una recopilación de cuentos, fue el primer libro que publicó, lo hizo en 1959. Cuatro años después, con la publicación de La ciudad y los perros, Vargas Llosa se posicionó como uno de los grandes autores de América Latina. Este libro, de hecho, hace parte de la estantería de obras de lo que se configuró en las décadas de 1960 y 1970 como el Boom Latinoamericano, grupo en el que ubicaron a Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez.

Al igual que los autores recién mencionados, Vargas Llosa también promovió la literatura latinoamericana a través de la academia y revistas. Lo hizo como editor de Los cuadernos de composición y la revista Literatura, además de ser parte del consejo de redacción de la Casa de las Américas entre 1965 y 1971.

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De distintas formas y en distintos momentos, Vargas Llosa se hizo amigo de Cortázar, Fuentes y García Márquez. Y sí, claro que son muchas otras las amistades y las relaciones de respeto y admiración con otros escritores y escritoras, pero al pertenecer al Boom, también hablamos de lo que fue este grupo de amigos y de lo que dejaron para la literatura latinoamericana.

En el enlace que pueden visitar aquí pueden ver algunas cartas y fragmentos de ensayos de las obras de los autores del Boom, pero les dejaré aquí algunos apartados como abrebocas de lo que fue la amistad por muchos años (salvo con García Márquez) de estos cuatro escritores.

Por ejemplo, en García Márquez, historia de un deicidio, un ensayo en el que en más de 600 páginas Vargas Llosa analiza la obra de Cien años de soledad, el peruano, además de relatar cómo se conocieron los dos, dijo: “Entre todos los rasgos de su personalidad hay uno, sobre todo, que me fascina: el carácter obsesivamente anecdótico con que esta personalidad se manifiesta. Todo en él se traduce en historias, en episodios que recuerda o inventa con una facilidad impresionante. (...) Al contacto con esta personalidad, la vida se transforma en una cascada de anécdotas”.


Con Cortázar, con quien se conoció en París, dijo en La trompeta de Deyá, un perfil que dedicó al argentino tras su muerte y a Aurora Bernárdez, la pareja del autor de Rayuela: “Durante los años sesenta, y, en especial, los siete que viví en París, fue uno de mis mejores amigos, y, también, algo así como mi modelo y mi mentor. A él di a leer en manuscrito mi primera novela y esperé su veredicto con la ilusión de un catecúmeno. Y cuando recibí su carta, generosa, con aprobación y consejos, me sentí feliz. Creo que por mucho tiempo me acostumbré a escribir presuponiendo su vigilancia, sus ojos alentadores o críticos encima de mi hombro. Yo admiraba su vida, sus ritos, sus manías y sus costumbres tanto como la facilidad y la limpieza de su prosa y esa apariencia cotidiana, doméstica y risueña, que en sus cuentos y novelas adoptaban los temas fantásticos”.

Con Carlos Fuentes quizá la amistad fue más entrañable. Aquí, un fragmento de una carta que el mexicano le envió a Vargas Llosa el 29 de febrero de 1964 sobre la ciudad y los perros: “Acabo de terminar La ciudad y los perros, y me cuesta trabajo escribirte y saber por dónde empezar. Siento envidia, de la buena, ante una obra maestra que, de un golpe, lleva la novela latinoamericana a un nuevo nivel, y resuelve más de un problema tradicional de nuestra narrativa. Hablaba con Cohen en Londres y coincidíamos en que el futuro de la novela está en América Latina, donde todo está por decirse, por nombrarse, y donde, por fortuna, la literatura surge de una necesidad y no de un arreglo comercial o de una imposición política, como tan a menudo sucede en otras partes. Ahora, al leer una detrás de la otra El siglo de las lucesRayuelaEl coronel no tiene quien le escriba La ciudad y los perros, me siento confirmado en este optimismo: creo que no hubo el año pasado otra comunidad cultural que produjera cuatro novelas de ese rango”.

Además de ganar el Nobel de Literatura en 2010, Vargas Llosa fue galardonado con el premio Rómulo Gallegos en 1971, el premio Cervantes en 1984 y el Príncipe de Asturias en 1986, entre muchos otros.

La muerte de un escritor deja una sensación de desamparo, pero también abre la posibilidad a que muchos otros lo lean o relean, lo que hace que su legado perdure en el tiempo y su obra cobre importancia más allá de la vida de cada uno. Esperamos que este pequeño repaso les despierte la curiosidad y los lleve a leer a uno de los grandes de la literatura latinoamericana.



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