Un grupo de 80 jóvenes vinculados al Idiprón sembró árboles de 10 especies nativas que contribuirán, con el paso de los años, a atraer más animales y plantas a las cercanías del río Tunjuelo, así como aportarán al embellecimiento del sector y a la recreación contemplativa de los visitantes del lugar.

El Jardín Botánico aportó los pequeños árboles de Dividivi (caesalpina spinosa), Chilco (baceharis latifolia), Hayuelo (dodonea viscosa), Crotón Funckians (sangregao), Garrocho (viburnum tryphyllum), Arrayán (murciantes leucoxyla), entre otras especies nativas traídas del vivero La Florida de la entidad.
La EAB, que administra la presa, contribuyó con operarios que ayudaron a abrir los huecos para la siembra. Del Idiprón, acudieron 80 jóvenes que hacen parte de la práctica de apropiación territorial de Gestión del Riesgo y Cambio Climático y de la práctica de Logística, del programa Jóvenes en Paz.
Los y las participantes de la jornada realizaron la siembra en dos horas, con gran entusiasmo. “Es muy chévere, yo vengo del campo y me gusta el cultivo. Hace dos años me vine de Tibaná (Boyacá) donde cultivábamos papa, maíz, fríjol, habas, nabos, hibias. Es diferente, pero me gusta”, dijo Bersabé Rodríguez, de 27 años, vinculada al Idiprón hace 10 meses, y quien en el transcurso de una hora sembró nueve árboles siguiendo el proceso que describió así: “primero se abre el hueco, luego se pone la tierra abonada, después el árbol, se echa encima tierra que se había sacado del hueco y luego más tierra abonada”.

La jornada permitió a quienes hacen parte del programa Jóvenes en Paz conocer la presa seca Cantarrana. “Ya era hora de salir de Aguas Claras (barrio de la localidad de San Cristobal), es chévere venir a sembrar árboles, contemplar la naturaleza, sentir aire fresco, un aire diferente”, dijo Heisa mientras contemplaba el paisaje.

Los y las jóvenes vinculados desde hace varios meses al programa Jóvenes en Paz del Idiprón, tienen entre 18 y 28 años, viven o ´parchan´ en barrios muy afectados por la violencia y la delincuencia, estaban desescolarizados, sin empleo y en alto riesgo de entrar en conflicto con la ley. Hoy estudian en primaria o bachillerato con el Idiprón, o en tecnica laboral mediante un convenio con el Sena, reciben un dinero como garantía de permanencia y en contrapartida realizan prácticas territoriales guiadas y campañas al servicio de sus comunidades y de la ciudad.
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